domingo, 4 de septiembre de 2016

PARTES PRIVADAS - CADA UNO ES COMO ES

Tal como os decía, este verano leí 'Así habló Zaratustra', el cual se supone que es el mejor libro de todos los que publicó Friedrich Nietzsche. Vamos, que si ese era el mejor tened por seguro que no pienso leer ninguno más ¡Menudo pastel... y no precisamente de miel!

Pues bien, el bueno de Zaratustra se fue a vivir a una cueva y pasó allí diez años de su vida, desde los treinta hasta los cuarenta. Según el libro se retiró a meditar, en plan crecimiento espiritual y toda es mierda (lo que ahora se conoce como matarse a pajas). Luego, cuando hubieron transcurrido los diez años, bajó al pueblo para contarle a la peña todo lo que había aprendido viviendo consigo mismo y, cuál fue su sorpresa, comprobó que la gente le repudiaba y hasta se burlaban de él. Imagino que Zaratustra era el espíritu del mismo Nietzsche, y me da la sensación de que a mí me está pasando algo similar. De tanto encerrarme en mis cosas me he vuelto un poco eremita y no comprendo cómo debo comportarme con la gente.
 
El viernes me escribió el Albert para pedirme que retirase la foto que publiqué en el post anterior. Por lo visto su colega, imagino que alguno de los que protagonizaba la escena del empetaque, le estuvo acribillando a mensajes para pedirle explicaciones de por qué iba compartiendo la foto por ahí sin su permiso. A mí personalmente me parece raro, pues anda que no se comparten cientos de miles de fotos cada día como para que importe tanto una puñetera imagen, pero claro, parece ser que al no utilizar las redes sociales con asiduidad no comprendo las leyes que se han ido creando alrededor de su uso. 
 
Lo mismo me pasó también con Lucía. Hace unos días le escribí para preguntarle qué le parecía el Maricones, porque hasta el momento no he recibido una sola critica verdaderamente positiva por parte de ninguna mujer, y bueno, me ha reprochado unas cuantas faltas de conducta que he tenido hacia ella, como por ejemplo entrometerme en sus publicaciones de Facebook. Desde luego que no le quito razón, simplemente veo que estoy insensibilizado empáticamente y no me comporto como es debido en las redes sociales, en el contenido de mis correos y en el trato general para con la privacidad y los sentimientos de los demás. Es verdad que siempre he sido igual de imbécil... pero a la vista está que hasta ahora he sido incapaz de comprender el que haya gente cuyas vidas se vivan en Facebook, Twitter, Instagram y toda esa morralla. Dedicaré un post a explicar lo que he aprendido después de interiorizar los reproches de Lucía, pues lo cierto es que son, como mínimo, interesantes; y no por que vengan de ella, ni mucho menos, sino que me ha abierto los ojos a una realidad que era completamente desconocida para mí. Quiero decir: El sentido y la sensibilidad virtuales.

No falla nunca el muy cabrón, jajajajaja.
A todo esto lo que le saco en claro es lo que ya me suponía: que las redes dan putísimo asco y que la actividad que he estado llevando en Facebook estos tres últimos meses la abandono desde ya. Cuando era un chaval los profesores pusieron en el aula un buzón de sugerencias, en el cual los alumnos debían exponer mediante notas anónimas qué cosas se podrían hacer para mejorar el ambiente y el contenido de las clases. ¿Sabéis en qué acabó la cosa? Pues que cada puta semana salían ocho o diez notas en plan: El Raúl me ha pegado una patada jugando a fútbol; El Raúl hace ruidos raros mientras estamos en clase; el Raúl escupe en el patio; el Raúl ha chutado la pelota fuera y no ha ido a recogerla; el Raúl me ha hecho una caricatura para reírse de mí; el Raúl no se relaciona con los demás compañeros... y bueno, ahora que lo pienso y visto con perspectiva debería haberle pedido al capullo del Jacinto que conservase aquellas notas. Hoy me enorgullezco de haberles hecho la vida 'tan imposible' a aquella turbamulta de retrasados mentales que iban conmigo al colegio. Ellos saben quienes son, así que espero que algún día lean esto y se ofendan. Que me vengan a buscar, que les estaré esperando.
  
Total, que todo esto me ha recordado aquellas situaciones de la película PARTES PRIVADAS, en las que Howard Stern se veía acorralado por las neuras su mujer cuando él se dedicaba a pregonar la verdad de su vida por la radio sin importarle un pimiento el que con ello estuviese hiriendo la sensibilidad de algunas personas, tal y pascual. Yo qué sé, lo que está claro es que cuando te expones en sociedad a la opinión de los demás es lógico y normal que siempre haya a quien le ofendas. Como es natural, me enorgullezco de ello. 
 
Si a alguien le molesta lo que escribo pues que deje de leerme. Hay cantidad de publicaciones carentes de profundidad y de contenido por ahí como para tener que perder el tiempo leyendo mis chorradas.
 
¡Sieg heil, hermanos, sieg heil! ¡Ja ja ja!
 
-R- 

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